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Cabecera: Abonos minerales
Capítulo: Abonos minerales



Nota
: Abonos minerales
» Es evidente que, si queremos que una planta produzca, debe estar bien alimentada. La planta toma los elementos nutritivos de la solución que rodea sus raíces. Si en esta solución no se encuentran todos los elementos esenciales en cantidad y proporción adecuadas, la planta no se alimentará con normalidad y no producirá lo que debiera.
Por otra parte, cada cosecha extrae del suelo unas ciertas cantidades de cada uno de los elementos esenciales, lo que nos lleva a que, con el tiempo, alguno de ellos llegue a no encontrarse en cantidad suficiente en la solución del suelo.
Estos dos motivos justifican plenamente el abonado mineral con el que debe conseguirse: en primer lugar, equilibrar el contenido en los diferentes elementos esenciales y, en segundo, reponer los extraídos por la cosecha o mejor, adicionar aquella cantidad que se presume va a extraer.
Si pensamos, por una parte, que los excesos de agua (lluvias torrenciales, riegos excesivos) arrastran los nutrientes más solubles y los llevan fuera del alcance de las raíces de las plantas que estamos cultivando y, por otra, que las necesidades de las plantas varían con el estado fenológico en que se encuentran y con las circunstancias que las rodean, necesitando en determinados momentos cantidades de nutrientes que o no están en la solución nutritiva (por ejemplo, nitratos perdidos por percolación) o el sistema radical no es capaz de absorberlos y ponerlos a disposición de la planta en la cantidad precisa, quedarán justificados tanto los abonados en cobertera como las aplicaciones foliares y, en la actualidad, el auge que está tomando la fertirrigación.
A la hora de elegir un abono hay que tener en cuenta las siguientes características:
a) Estado físico en que se encuentra, lo que nos permitirá determinar el tipo de aplicación.
b) Composición química, de ella se puede deducir el comportamiento en el suelo.
c) Solubilidad, a mayor solubilidad más rápidamente pasa a disposición de la planta pero, también, se pueden producir más pérdidas, lo que obliga a distribuir la cantidad total en varias aplicaciones.
d) Reacción, si se tiene en cuenta esta característica, puede mejorarse el pH del suelo.
e) Riqueza, cantidad del elemento o elementos esenciales que el fertilizante o abono en cuestión contiene.
De acuerdo con el Reglamento (CE) nº 2003/2003 del Parlamento Europeo y del Consejo de 13 de octubre de 2003 relativo a los abonos, aparecido en el Diario Oficial de la Unión Europea L 304 de fecha 21.11.2003 y con el Real Decreto 824/2005, de 8 de julio, sobre productos fertilizantes, el contenido de cada uno de los elementos que determinan la riqueza garantizada se expresará de la siguiente forma:
N          para todas las formas de nitrógeno,
P2O5           para todas las formas de fósforo,
K2O          para todas las formas de potasio,
CaO          para todas las formas de calcio,
MgO          para todas las formas de magnesio,
SO3          para todas las formas de azufre y
Na2O          para todas las formas de sodio.
El resto de los elementos fertilizantes, se expresan como elemento. Salvo que se diga otra cosa, todos los datos que aparecen en esta edición se corresponden con lo anterior en lo que a fertilizantes se refiere, no así en fitosanitarios en general y en el caso del azufre como antioídio o como enmienda, en particular. Igualmente todos los porcentajes, salvo que se diga otra cosa, están expresados en p/p.
Dosis » Entendemos por tal la cantidad de unidades fertilizantes (kg de N; P2O5; K2O) que es necesario aportar a una unidad de superficie (ha) para que, en condiciones climáticas normales y libre de plagas y enfermedades, produzca una determinada cosecha.
La determinación de las unidades fertilizantes se lleva a cabo teniendo en cuenta el análisis del suelo (teóricamente nos indica las cantidades de que disponemos en el suelo) y la cosecha esperada (que nos evalúa las extracciones). A estos dos datos básicos y, en especial, en lo que al nitrógeno (N) se refiere, hay que tener en cuenta la materia orgánica, el régimen de lluvias y las necesidades de la planta en cada momento.
Con los datos anteriores podremos determinar qué unidades fertilizantes necesitamos. Ahora bien, una vez conocidas las unidades fertilizantes se hace preciso determinar bajo qué forma química van a ser aplicados y en qué momento deben ser aportadas o puestas a disposición del cultivo para que éste disponga de los elementos que necesita en el momento adecuado. Existen diversas técnicas para resolver con mayor o menor éxito el problema anterior: abonados de fondo y cobertera, fertirrigación, otras técnicas.
Abonados de fondo y cobertera » Esta técnica se basa en que existen diversos fertilizantes (sulfato amónico, superfosfato, cloruro potásico, diversos NPK, etc.) que aportados al suelo, antes o en el momento de la siembra, mantienen a disposición de la planta las unidades fertilizantes que poseen sin que se produzcan pérdidas perjudiciales para el cultivo, y otros (nitrato sódico, nitrato potásico, nitrato amónico, etc.) que, por su parte, ponen de forma inmediata a disposición del cultivo las unidades fertilizantes que poseen. La técnica que se basa en estas propiedades de los diferentes fertilizantes y que resulta compatible con los sistemas de explotación extensiva implantados en nuestro país es la técnica del abonado de fondo y cobertera.
Es el sistema de abonado clásico de los cultivos extensivos y de algunos hortícolas. Consiste en: una vez calculadas las unidades fertilizantes, el fósforo, buena parte del potasio y aproximadamente de 1/3 a 1/2 del nitrógeno, se aportan al suelo en las labores de presiembra, mientras que el resto del potasio y nitrógeno se aportan en un momento determinado del cultivo. Todo ello con el fin de aprovechar mejor el fertilizante nitrogenado.
En la actualidad, se aprovecha la solubilidad de algunas fórmulas de abonado para incorporarlas al suelo como abonado de fondo o al cultivo como fertilización de cobertera utilizando las instalaciones de riego. Esta técnica, creemos, no debe ser considerada como fertirrigación ya que simplemente se sustituye la abonadora por el pivot o la red de aspersores.
En lo que se refiere a dosis y concentraciones en fertirrigación o aplicación foliar, ver párrafos siguientes.
A » Fertirrigación » Esta técnica consiste en aportar los nutrientes que el cultivo necesita, en el momento y cantidad precisa, disueltos en el agua de riego. Para que las técnicas de fertirrigación den los resultados apetecidos es necesario que la composición nutricional del suelo sea equilibrada; que conozcamos las curvas de necesidades del cultivo para cada elemento y que dispongamos de las instalaciones adecuadas.
Las dos técnicas de fertilización descritas tienen fundamentos totalmente distintos: la primera pretende aportar los fertilizantes de forma discreta en dos o, a lo sumo, en tres momentos del cultivo, mientras que, la segunda, busca la fertilización continua, para lo cual distribuye a lo largo de los diferentes riegos la aportación de las sustancias fertilizantes. Sin embargo, la disponibilidad, cada vez en mayor número de explotaciones, de sistemas de riego adecuados para la distribución de fertilizantes solubles ha hecho que aparezcan técnicas más o menos mixtas: se aporta una menor parte de las unidades fertilizantes en el abonado de fondo y el resto se distribuye en 2-4 riegos o incluso entre un mayor número. Creemos que, aún en estos casos, se debe seguir hablando de abonado de fondo y cobertera, manteniendo el término fertirrigación para las técnicas de abonado seguidas en explotaciones intensivas en las que el aporte de fertilizantes se realiza variando continuamente las cantidades de los diferentes elementos fertilizantes en función de las supuestas necesidades del cultivo.
Dosificación: hay que considerar dos datos: la cantidad total a aportar al cultivo y la cantidad a aportar en cada riego. La primera se fijará en el plan de abonado y será la que resulte de restar de la cantidad total de fertilizantes la que se aporte en el abonado de fondo que podrá, como límite, ser cero, es decir, que todo los fertilizantes se aporten por el sistema de fertirrigación. La segunda, la cantidad a aportar en determinados riegos (todos, alternos, semanalmente, etc.), se obtiene al dividir la cantidad total a aplicar entre el número de riegos en que queremos aportar el fertilizante. Esta posibilidad sólo tiene un límite: la concentración máxima de fertilizante por litro de agua de riego que es capaz de aprovechar el cultivo. Las dosis que aparecen en los respectivos productos, generales o asignadas a un determinado cultivo, deben considerarse siempre como orientativas. Las concentraciones de fertilizante en el agua de riego así como la concentración de la solución madre, son datos técnicos que entendemos son fiables; no obstante, siempre es conveniente consultar con los técnicos del fabricante del abono la validez de los datos para nuestro cultivo en las condiciones de medio en que se ha de desarrollar. Si se pretende ajustar las aportaciones de fertilizante a las necesidades del cultivo en cada momento, este ajuste debe ser realizado por un técnico competente.
B » Abonado foliar » Consiste en aportar, vía foliar, los elementos nutritivos que la planta necesita. Si se tiene en cuenta que por este camino y a lo largo del ciclo biológico no puede suministrarse más allá del 10% de lo que la planta absorbe por vía radical, nos daremos cuenta de la poca o mucha importancia que este sistema de abonado tiene.
Así, no tiene sentido como sustitución del clásico abonado de fondo o de la moderna fertirrigación; y sí lo tiene como abonado de choque o como forma de proporcionar a la planta compuestos que necesita en pequeña cantidad: micronutrientes, bionutrientes, fitorreguladores, etc.
Dosis: en cada producto o grupo de productos se da la dosis por hectárea o la cantidad de fertilizante por hectolitro. Estas cifras proceden de la información recibida y de mi experiencia personal pero, al igual que en casos anteriores deben tomarse como orientativas, consultar la etiqueta, hacer una prueba o bien asesorarse en cada caso particular.
C » Abonos compuestos » Son mezclas de dos o más abonos minerales simples o binarios. Tienen las siguientes ventajas:
. Los productos que los forman no reaccionan entre sí. El agricultor corre el riesgo de mezclar productos no compatibles y cargar con las consecuencias de esa incompatibilidad si efectúa las mezclas sin las debidas precauciones.
. La mezcla es mucho más homogénea que si se realiza a mano.
En contrapartida:
. Resultan algo más caros que la suma de los componentes.
. Con cierta frecuencia y en mayor o menor medida, la fórmula no se adapta perfectamente a las necesidades y, alguno de los componentes puede aplicarse por exceso o por defecto.
. Cuando los componentes son granulados y la mezcla la realiza el propio agricultor, suele ocurrir que los gránulos de cada uno de los componentes son de distinto tamaño y densidad. Si la mezcla obtenida se distribuye con una abonadora centrífuga la distribución no será todo lo homogénea que sería de desear, lo que puede tener consecuencias negativas en el rendimiento del cultivo.
No obstante lo expuesto, su empleo está extendido en la cornisa Cantábrica para el abonado de praderas y en algunas cooperativas en Tierra de Campos para el abonado de cereales. En los compuestos, cada partícula tiene una composición: la del componente del que proceda; mientras que en los complejos todas las partículas tienen la misma composición.
Abonos complejos » Pueden contener dos o más elementos fertilizantes y proceden de reacciones químicas. Por lo que, como ya se ha dicho, cada partícula tiene la misma composición. Además de lo expuesto, los abonos complejos no son higroscópicos, suelen estar granulados y coloreados de forma característica lo que facilita su empleo.
Abonos líquidos » Son disoluciones o suspensiones en agua de diversos fertilizantes que se definen como a continuación se indica. Entre los abonos líquidos se cuenta el amoníaco anhidro que no es ninguna disolución sino un gas licuado.
Fertilizante fluido » Término generalmente empleado para fertilizantes en solución o en suspensión y para el amoníaco licuado.
Fertilizante en solución » Fertilizante fluido libre de partículas sólidas.
Fertilizante en suspensión » Fertilizante en dos fases cuyas partículas sólidas se mantienen en suspensión en una fase acuosa.
Estas tres definiciones se han tenido en cuenta en aquellos casos en los que hemos dispuesto de datos suficientes.
Abonos de liberación lenta » Son abonos que se caracterizan porque los elementos fertilizantes que contienen, en especial el nitrógeno, se van liberando o poniendo a disposición de las plantas de manera continuada.
Abonos con nitrógeno estabilizado » Son abonos que incorporan una molécula que inhibe la actividad de las bacterias que actúan en el proceso de la nitrificación (frecuentemente en el paso de nitrógeno amoniacal a nitrógeno nitroso), con lo que el nitrógeno permanece durante más tiempo a disposición del cultivo; a la vez, es retenido en el complejo arcillohúmico evitándose las pérdidas por lixiviación.
La ordenación de los fertilizantes en la presente edición queda como sigue:
** Abonos sólidos de fondo y cobertera » Se incluyen los abonos simples, dobles y triples (NPK) presentados en forma de polvo, pellets o gránulos y que normalmente se utilizan en la fertilización de fondo y/o de cobertera.
** Abonos líquidos » Agrupamos aquí los definidos más arriba, es decir, las disoluciones o suspensiones en agua de diversos fertilizantes incluido el amoníaco anhidro (gas licuado). Entre ellos los hay que se emplean en el abonado de fondo, otros en el de cobertera y, no pocos, en las modernas técnicas de fertirrigación. Cuando únicamente se destinan a fertirrigación se incluyen entre los "Abonos foliares y para fertirrigación".
** Abonos de liberación lenta y Abonos con nitrógeno estabilizado » Se agrupan en este capítulo los definidos como tales más arriba.
** Abonos foliares y para fertirrigación » Se incluyen aquí tanto los fertilizantes o abonos minerales NPK, sólidos y líquidos sin materia orgánica, como los fertilizantes especiales (por su elevada riqueza, solubilidad y, los que contienen extractos de algas u otros componentes orgánicos distintos de los aminoácidos) dirigidos a la aplicación foliar o a la fertirrigación así como los "abonos con nitrógeno estabilizado" destinados a los fines anteriores.
Es posible que, por falta de información, algunos fertilizantes que debieran incluirse en el capítulo de los "Abonos líquidos" se hayan incluido en éste y viceversa. Desde aquí pedimos disculpas a los que puedan sentirse perjudicados y les aseguramos que, si se nos hacen llegar la información adecuada, en próximas ediciones, enmendaremos cualquier posible error.
En todos los casos, si hay lugar a ello, se sitúan en primer lugar los simples en el orden Nitrógeno, Fósforo, Potasio, a continuación los binarios en el orden PK (N(0) + P + K), NK (N + P(0) + K) y NP (N + P + K(0)) y, al final, los terciarios en el NPK
Y, por último, al igual que en la anterior edición,
** Nutrientes minerales que aportan uno o más de los elementos esenciales » Se ha seguido el siguiente orden: Azufre (S, expresado como SO3) sólo cuando únicamente se aporta azufre, si el abono aporta otros nutrientes, el azufre no se considera a la hora de ordenarlos, Calcio (Ca, expresado como CaO), Magnesio (Mg, expresado como MgO), Boro (B), Cloro (Cl), Cobalto (Co), Cobre (Cu), Hierro (Fe), Manganeso (Mn), Molibdeno (Mo), Titanio (Ti) y Zinc (Zn), expresados todos ellos como elementos; el cloro y el cobalto no se consideran a la hora de realizar la ordenación. Constituyen el capítulo: CORRECTORES DE CAREN, subdividido en los siguientes subcapítulos: Correctores de carencias simples. Correctores de carencias dobles. Correctores de carencias triples. Correctores de carencias múltiples.

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