21/03/2018
A finales de agosto de 2017 llegó la jubilación del Profesor Julio César Francisco Javier Tello Marquina. Sirvan estas modestas líneas para glosar el historial profesional y académico de tan preclaro personaje en el campo agronómico.
Conocí a Javier en el Centro Regional de Investigación y Desarrollo Agrario de Madrid (CRIDA 06), adscrito al Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), en el año 1979. Venía del CRIDA de Valencia con un importante bagaje de conocimientos sobre Patología Vegetal, y, sobre todo, con un espíritu férreo y una ilusión a toda prueba para desarrollar el trabajo en que se había empeñado, el de investigar a fondo las enfermedades que aquejaban a las plantas.
De carácter abierto, no tardó en trabar amistad con la mayor parte de los investigadores que conformábamos el Departamento de Protección Vegetal. Y tampoco tardó en hacerlos partícipes de la importancia de la disciplina a la que estaba dedicado en cuerpo y alma, de manera que surgió entre ellos una empatía que dio lugar a colaboraciones desinteresadas en los proyectos de investigación que tenían asignados. Así, desde mi prisma de actuación centrada en la entomología, encontraba, a veces, fuertes relaciones con la patología, por lo que aunábamos esfuerzos para alcanzar resultados que resolvieran el problema planteado. No se me olvidará el esfuerzo que hizo Javier para encontrar la micoflora componente de la fumagina que recubría a los cedros cuando eran atacados por dos pulgones, Cinara cedri y Cedrobium laportei, que, por aquel entonces, eran foco de mi atención.
Tampoco echaré en olvido los descansos que a media mañana hacíamos en su Laboratorio. Descansos acompañados de café y de conversaciones que giraban, por lo general, alrededor de los problemas con los que luchábamos cada día en nuestros respectivos trabajos y con la más diversa temática, siempre en la más estricta camaradería.
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid en 1977 y Doctor Ingeniero Agrónomo por la misma Universidad en 1989, ha tenido, para mí, una trayectoria envidiable e impecable en cuanto a la profesión se refiere. Después de haber agotado voluntariamente su estancia en el INIA desde 1973 a 1991, y en el Instituto Nacional de Semillas y Plantas de Vivero desde 1991 a 1996, optó por integrarse a la vida universitaria, siendo consciente de que esta decisión contaba con grandes inconvenientes, puesto que su participación en la Universidad hasta esos momentos había sido nula. Pero se acogió a la normativa por aquel entonces vigente, la cual le permitía presentarse a los concursos oposición para Profesorado, siempre que una Comisión Nacional lo avalara por sus méritos investigadores. Por supuesto que consiguió el aval. Así, en el año 1996 accedió al empleo de Profesor Titular de Universidad, y en 1998, al de Catedrático de Universidad en la Universidad de Almería, cargos que desempeñó hasta su jubilación, esto es, durante 19 años, con éxito incuestionable, tanto desde el punto de vista docente como investigador, cumpliendo los cometidos como Director de los Departamentos de Biología Vegetal y Ecología entre 1997 y 1999, de Producción Vegetal, entre 1999 y 2012, y de Agronomía, entre 2012 y 2013.
Describir el currículo que Javier construyó durante su vida profesional no es especialmente fácil, ya que necesitaría una buena cantidad de páginas si pretendiera pormenorizar, por lo que solo lo glosaré.
Intervino como autor o coautor en 66 libros. Y como editor y coordinador en 3. Publicó 122 artículos en revistas de divulgación científica, 95 en revistas científicas no indexadas y 75 en revistas científicas indexadas. Fueron 231 las aportaciones que hizo en Congresos Nacionales e Internacionales; 101 los cursos y cursillos impartidos; 171 conferencias invitadas; 32 participaciones en Mesas Redondas; 26 Tesis Doctorales dirigidas; 109 Trabajos Fin de Carrera dirigidos; participante en 42 Proyectos de Investigación financiados por la Administración Pública o por Empresas, y en 41 consultorías con Organismos Internacionales.
Ciertamente espectacular. Y lo digo con conocimiento de causa. Los resultados de sus trabajos no han sido mera palabrería impresa, ya que gran parte de ellos sirvieron para resolver con éxito problemas, a veces acuciantes, de los cultivos agrícolas, tanto en campo abierto como bajo plástico, y de plantaciones ornamentales.
Naturalmente, esta labor tan dilatada tuvo sus compensaciones honoríficas: la mención especial en 2007 del “Premio Andrés Núñez de Prado a la Investigación en Agricultura y Ganadería Ecológica” por su trabajo Nematodos Fitoparásitos del Género Meloidogyne y su Manejo Ecológico en Cultivos Enarenados de Almería; la mención especial del 2008 del mismo Premio por su obra Fusariosis Vascular del Clavel; el Premio “Jorge Pastor” en 1991 por su trabajo Genética de la Resistencia a Phytophthora capsici en Pimiento; el nombramiento de Miembro de Honor en 2007 de la Asociación CAAE; la Placa de Honor a la Investigación Científica en 2009 concedida por la Asociación Española de Científicos; y los Premios al Mejor Profesor de los Cursos 2009-2010 y 2011-2012.
Como también es natural, su prestigio, por un lado, le facultó para ser Socio Numerario Fundador de las Sociedades Española de Fitopatología y Española de Agricultura Ecológica, y Socio de la Sociedad Española de Ciencias del Suelo, de la Sociedad Argentina de Fitopatología, de la Sociedad Internacional de las Ciencias del Suelo, de la American Phytopathological Society, y de la Asociación Española de Científicos, y, por otro lado, corrector y evaluador de Proyectos de Investigación del INIA, evaluador de Proyectos de Investigación de la Comisión Interministerial para la Ciencia y la Tecnología, experto en la valoración y discusión de resultados de Proyectos I+D del Programa Nacional I+D Agrario, y evaluador de artículos científicos en numerosas revistas, entre otras, Plant Diseases, Pythopathology, Soil Research y Boletín de Sanidad Vegetal Plagas.
En definitiva, un admirable bagaje laboral. Afortunadamente aún mantiene sus facultades intelectuales íntegras, por lo que continuará aportando sus conocimientos a la sociedad, máxime cuando, merecidamente, ha sido nombrado Profesor Emérito, cargo que, sin duda alguna, lo desempeñará con total dignidad, como él está acostumbrado.
Antonio Notario