
FENILAMIDAS
Se trata de una familia de especies químicas que poseen unas características muy definidas en cuanto a su comportamiento frente a Oomicetos (hongos productores de mildius). En la actualidad, en el mercado español existen cuatro fenilamidas: benalaxil, metalaxil, ofurace y oxadixil.
Brevemente, el ciclo de los Oomicetos se puede resumir en las siguientes etapas: 1º existencia de una espora, normalmente se tratará de una zoospora. 2º germinación de esa espora. 3º penetración del tubo germinativo, normalmente a través de los estomas, en tallos, hojas y/o frutos. 4º formación de unos elementos conocidos como haustorios que le sirven al hongo para alimentarse; en este momento se produce la infección ya que, a partir de aquí, el hongo se alimenta de la planta parasitada; hasta este estado no se aprecia ningún síntoma del ataque del agente patógeno a la planta. 5º invasión: aparece el micelio que crece y se ramifica invadiendo en mayor o menor medida al hospedante (a la planta atacada también se la denomina huésped); durante las primeras 24-36 horas de esta etapa es cuando aparecen los primeros síntomas que delatan la enfermedad: las conocidas «manchas de aceite». 6º fructificación: aparecen conidióforos; normalmente se tratará de esporangióforos o de zoosporangióforos. 7º se producen esporangios o zoosporangios. 8º los esporangios producirán esporangiosporas y los zoosporangios zoosporas; estas se diferencian de aquellas en que poseen 1-3 filamentos (flagelos) que les permiten moverse en el interior de una masa de agua (una gota) hasta que pierden los filamentos. 9º estamos en el punto de partida ya que, cualquiera que haya sido su origen, disponemos de una espora capaz de germinar y de producir la infección.
Además de este ciclo biológico asexual, existe otro sexual, con mayor brevedad: en determinadas condiciones, en el micelio (del mismo o de distinto individuo), se diferencian anteridios (elementos masculinos) y oogonios (elementos femeninos), el contenido de un anteridio pasa al interior de un oogonio (fecundación) y se produce una oospora (de aquí los nombres de Oomicetos, Oomicales, oomicosis); esta oospora es de origen sexual y por tanto tiene un genoma diferente del de las células parentales que le han dado origen. A partir de aquí la oospora germinará como una espora normal o dará origen a un esporangióforo o zoosporangióforo y su evolución seguirá unas etapas similares a las descritas en el primer ciclo.
Mientras que las esporas del primer ciclo, ciclo asexual, (al igual que los bulbos y estolones) producen individuos de idénticas características a las de aquel del que proceden, las oosporas procedentes del segundo ciclo, ciclo sexual, producen individuos diferentes entre sí: una de esas diferencias puede ser su mayor o menor resistencia a un fungicida, tal vez a aquel bajo cuyos efectos ha aparecido. Esta oospora portadora de la resistencia, multiplicándose por el primer ciclo, ciclo asexual, dará origen a una raza resistente.
La familia de fungicidas que nos ocupa se caracteriza por penetrar fácil y rápidamente en la planta y por trasladarse a través del xilema en sentido ascendente pero sin acumularse en los puntos terminales sino repartiéndose por toda la planta. Cuando entra en contacto con el micelio de un Oomiceto, a partir de la aparición del tubo germinativo, lisa su membrana y el hongo muere. Así pues, desde la fase 3ª a la 5ª, ambas incluidas, si todo el micelio del hongo entra en contacto con una fenilamida su membrana se lisará y el hongo morirá. Es fácil comprender que, a medida que avanza la invasión habrá zonas más afectadas en las que la circulación xilemática se verá dificultada cuando no prácticamente impedida; esta parte de micelio no afectada, puede reproducirse asexualmente produciendo nuevas infecciones y sexualmente aumentando las probabilidades a que aparezca alguna raza resistente.
Todo lo anterior viene a cuento porque las casas comerciales productoras de las sustancias activas antes citadas entienden que utilizando estos productos únicamente hasta el comienzo de la fase cinco, es decir, antes de que aparezcan síntomas de la enfermedad y sólo durante la primera etapa del ciclo biológico del cultivo (con el fin de que no se traten plantas con síntomas manifiestos) se dificultará, si no se impide, que aparezcan razas resistentes.
De entre las normas que las compañías propietarias de fenilamidas han establecido para su mejor utilización cabe destacar:
a) El número de aplicaciones con productos basados en fenilamidas debe ser limitado a un máximo de 4 aplicaciones consecutivas por cultivo y año. Los intervalos de aplicación no deben exceder los 14 días, y serán más cortos en los casos de alta presión de la enfermedad.
b) Las aplicaciones de fenilamidas se harán al principio de la campaña o durante el periodo de crecimiento (vegetativo) activo del cultivo. Después de las aplicaciones de fenilamidas, el agricultor debe de cambiar a productos de modo de acción diferente a las fenilamidas, respetando la dosis e intervalos definidos para estos productos.
Personalmente entiendo que el utilizar estos productos según las normas propuestas por las casas comerciales es lo más acertado. Así pues, en todas las formulaciones en que entren a formar parte, se recomienda su empleo en el control preventivo de oomicosis siendo desaconsejable el pretender utilizar su vertiente curativa, pues, como he expuesto dos párrafos más arriba, se puede destruir el 90% del hongo, o más, pero esa pequeña parte de micelio no destruida puede ser el origen de una raza resistente.
En ningún caso debe deducirse de todo lo anterior que el autor estime que las fenilamidas sean ni mejores ni peores oomicidas (antimildius) que, por ejemplo, las imidas del ácido ftálico, ditiocarbamatos, cimoxanilo, cubiet o los clásicos compuestos cúpricos: únicamente quiere colaborar a la mejor utilización de las mismas.