&La linea Veragua - Fernando Pérez Tabernero y herederos
Mucho antes de embarcarnos en esta maravillosa aventura, en la que nos encontramos metidos de lleno actualmente, repasando las raíces fundacionales del toro de lidia, escribíamos un artículo en un número anterior de TERRALIA (concretamente en el número 7), que dedicábamos a explicar el origen y genealogía del famoso encaste de los toros conocidos como los gracilianos, considerado por los expertos como fundamental en la historia de la Tauromaquia. Los aficionados de siempre seguimos pensando así, aunque, desgraciadamente, tan poco se vean ahora esos toros en las plazas y menos aún lidiados por los que se consideran hoy figuras del toreo.
Ya comentábamos allí algo de lo que explicaremos a continuación con mayor detalle. En abril de 1884, fecha emblemática para nosotros, aficionados, el vecino de Villar de los Álamos (Salamanca) don Fernando Ildefonso Pérez Tabernero, único fruto varón del matrimonio de don Antonio Pérez y doña Jacoba Tabernero, fundaba una nueva ganadería brava. Para ello compró 25 vacas a su amigo, el XIV duque de Veragua, don Cristóbal Colón de la Cerda y un eral elegido en tienta, como semental, al sevillano don Antonio Miura. Distribuyó el ganado en diversas fincas de la mencionada localidad salmantina, en La Dueña, Casasola del Campo y Aldeavilla de Revilla y también en Campillo de Cilleros (Cáceres). Los antecedentes ganaderos familiares de don Fernando habían sido similares a los de su suegro, don Casimiro Manuel Sanchón, consistentes en reses moruchas de carne y cuneras, negocio compartido luego por ambos, tras casarse con doña Lucía Dolores Sanchón, la hija única de don Casimiro. La entrega inicial de las vacas veragüeñas estaba prevista para marzo pero tuvo que retrasarse debido al nacimiento del pequeño Antonio, al que más tarde mencionaremos. El cruce original, entre hembras de pura raíz vazqueña con el semental de origen Cabrera, fructificó y las primeras reses nacidas se marcaron con una C (por don Casimiro), al igual que hacían con el ganado anterior morucho. Posteriormente, seguirían asociados al pasar a criar ganado de lidia, aunque siempre fuera don Fernando el titular.
Su estreno como ganadero de bravo fue en una novillada en Salamanca, el 23 de junio de 1889. Cuatro novillos fueron lidiados y muertos a estoque por el modesto novillero madrileño Francisco García "El Oruga". Un año después, el 10 de agosto de 1890, se presenta en San Sebastián (en la antigua plaza, antes de construirse la del viejo Chofre) con una corrida de toros, con la divisa que más tarde se haría famosa con los gracilianos: celeste, rosa y caña. Pero solo tenía cinco reses útiles, por lo que tuvo que completarla con el que había sido hasta entonces su primer semental, el antes mencionado del hierro de Miura, que ya contaba con más de ocho años de edad. Mataron, mano a mano, la corrida el primer califa cordobés Rafael Molina "Lagartijo" y el joven de reciente alternativa Juan Jiménez "El Ecijano" quien, por cierto, no tendría mucha fortuna posteriormente en su profesión. El 17 de febrero de 1895, se estrena por fin en Madrid, en la vieja plaza de la carretera de Aragón, con una novillada al comienzo de la temporada, antes de empezar el abono capitalino. La terna estaba formada por los jóvenes "Jerezano", Gavira y Villita, dando un variado juego todos los ejemplares lidiados. El primero fue fogueado, el segundo también resultó manso, aunque menos y los tres últimos cumplieron simplemente. Menos mal que el tercero, de nombre Pavito, berrendo en colorado y capirote, sobresalió especialmente, pues llegó a tomar 8 varas, recargando en todas ellas, provocando 5 tumbos y llegando boyante a la muleta. Éste salvó al ganadero y así, un mes más tarde, concretamente el 24 de marzo, se vuelve a anunciar en Madrid. En esta segunda comparecencia en la capital, su novillo Valdeón, negro y bien puesto, hirió gravemente en el tórax al joven novillero de Aranjuez Joaquín García "Picalimas", retirándole prácticamente del toreo y otro novillo suyo, Revoldano, retinto y cornalón, también mandó a la enfermería al modesto banderillero madrileño Enrique González "Loquillo", lesionándole en la cara y barbilla. En ese mismo año de 1895, el 1 de septiembre, en la plaza de Palencia, otro ejemplar de don Fernando, de nombre Rebelao, asesta una cornada en la muñeca, al entrar a matar, al famoso novillero sevillano de La Algaba José García Rodríguez "El Algabeño", unos días antes de su alternativa. Éste había formado con el zaragozano Nicanor Villa y Arilla "Villita" la pareja novilleril de moda en ese año, especialmente en Madrid. Tras este arranque ganadero, con diversos percances de los toreros, don Fernando comenzó a endurecer la selección y aumentó su vacada con las reses cuneras procedentes, por herencia, de su suegro don Casimiro. Más tarde, en 1905, envía a su hijo mayor, Graciliano, a comprar tres sementales y todas las vacas veragüeñas (de origen vazqueño) de cuatro años o más, que tenía el sevillano don Víctor Biencinto, de procedencia Trespalacios. En 1907, finalmente, compra a su amigo el duque de Veragua 20 vacas viejas más, algunas ya preñadas. Don Fernando no pudo llegar a conocer el resultado de estas ampliaciones, ya que falleció el 2 de abril de 1909, pasando la ganadería a lidiarse a nombre de su viuda, doña Lucía Dolores Sanchón y así se presentó en Madrid, el 12 de junio de 1910. A finales de ese mismo año y una vez solucionados los asuntos de la testamentaría, la vacada se reparte entre sus cuatro hijos (Graciliano, Argimiro, Alipio y Antonio), al renunciar su hija Pura a ser ganadera, por lo que heredó sólo tierras en Villar de los Álamos y a su muerte, soltera, los terrenos pasaron a sus hermanos. El menor de ellos, don Antonio, tampoco había querido la parte de vacada de la herencia de su padre, constituyendo una nueva piara por separado, al comprarle las reses que tenía, de origen Murube, al portugués Luis da Gama. Esta ganadería sería conocida posteriormente como la de Antonio Pérez de San Fernando (debido al nombre de la finca), siendo sus productos los famosos APes y la comentaremos con detalle en su momento. Por otra parte, don Alipio, el otro hermano, llevó por separado su parte heredada y luego volveremos a él.
Don Graciliano y don Argimiro estuvieron juntos durante un tiempo, debutando en Madrid el 27 de marzo de 1913, con Rafael "El Gallo", Cástor Jaureguibeitia Ybarra "Cocherito de Bilbao" y Curro Martín Vázquez en el cartel. La presentación de los toros fue buena pero no lucieron con mucha bravura, ya que el primero y el sexto fueron condenados a banderillas negras. Es entonces cuando todos los hermanos solicitaron en el Registro Civil la unión en un solo apellido, mediante un guión, de los correspondientes a sus abuelos paternos, por lo que en adelante serán conocidos como los Pérez-Tabernero Sanchón. En 1914, don Argimiro compra 100 vacas y 2 sementales de la ganadería de Dionisio Peláez (de origen Santa Coloma) y se separa de su hermano Graciliano, cediéndole su fracción. Luego compró más reses al duque de Tovar, del mismo origen Peláez, marcadas con el hierro de Santa Coloma, con magníficos resultados, estrenándose en Madrid el 6 de junio de 1919. Posteriormente, a principios de 1936, se desharía de la vacada, comprando una parte importante don Antonio Escudero, sobrino y administrador de doña Juliana Calvo, a los que volveremos cuando tratemos la raíz Vistahermosa y los victorinos. Don Argimiro, pues, al separarse de su hermano Graciliano, dejó de poseer ganado de raíz vazqueña, por lo que sus éxitos posteriores no los trataremos aquí y ahora.
Don Graciliano Pérez-Tabernero Sanchón conservó la antigüedad, hierro y divisa de su padre, quedando como único propietario de la ganadería, todavía de raíz vazqueña. Y ya en solitario, debutó en Madrid el 1 de junio de 1916, con un cartel formado por el malagueño Paco Madrid Villatoro, "Joselito El Gallo" y el joven de Romanones (Guadalajara) Julián Sáinz Martínez "Saleri II". Pero, al parecer, los resultados con las reses que tenía no terminaban de gustarle a don Graciliano y así, en 1920, da un cambio completo a su ganadería, comprando 130 vacas (la mayoría de origen ibarreño y unas pocas de Saltillo) y dos erales elegidos en tienta - Cristalino y Mesonero - al conde de Santa Coloma y al hermano de éste, el marqués de Albaserrada, deshaciéndose de lo que había tenido hasta entonces y que fue vendido, por cierto, a unos compradores de carne morucha de la vecina Ledesma. De esta forma tan penosa y traumática terminó, pues, la raíz veragüeña en las reses de don Graciliano Pérez-Tabernero. Y comenzó una nueva aventura ganadera, partiendo de cero y con rigurosísimas selecciones, pero tuvo la suerte de que Mesonero resultó ser un reproductor extraordinario. En sus 18 años de vida dejó 1150 crías, algo sólo comparable al caso del famoso Diano, del colmenareño Vicente Martínez y del que hablaremos al comentar la raíz jijona. Según explicamos en un número anterior de TERRALIA (el nº 7), a partir de aquí se hicieron famosos los toros gracilianos, como un encaste de comportamiento y fenotipo propios. Y se ha mantenido con dificultades así, hasta nuestros días. En 1939, enajenó la mayor parte (excepto 25 vacas y un semental, hierro y divisa, que se reservó para él) al sevillano don José Escobar Barrilaro, quien fundó una nueva ganadería en la isla Mínima del Guadalquivir, en La Puebla del Río (inicialmente comprada sólo para plantar arroz), pasándola luego a nombre de sus hijas Victoria y Rosa. De esta ganadería de Escobar se deriva también la de don Pedro Gandarias (que cruzó algunas de dichas vacas con un semental de Urquijo) y que anunció como "Castillo de Higares". Sería enajenada en parte, en 1965, a don Francisco Martínez Benavides, de Posadas (Córdoba), quien lidió con gran éxito hasta su muerte, en que pasó a don José Paredes Limones, de la Asociación de Ganaderías de Lidia. Como estas últimas vacadas no son ya de raíz vazqueña no las trataremos más aquí, sino más adelante, cuando corresponda. Tampoco trataremos nada aquí de la otra parte de Gandarias, que siguiendo la línea de los hermanos Carmen y Mariano Arroyo Martín, pasaría finalmente a don Leonardo Arroyo Albarrán, que lo cambió con reses adquiridas a García Martín, de origen Núñez. Creemos que nada tampoco queda aquí de sangre vazqueña.
A finales de 1949, don Graciliano, ya mayor y cansado, cedió lo que aún conservaba de la vacada a sus hijos Casimiro, Fernando, Graciliano y Guillermo, pasando a lidiarse a nombre de Sres. Hijos de don Graciliano Pérez-Tabernero. En 1957 falleció don Graciliano y se hicieron cinco lotes. El de la viuda, doña Trinidad Nogales, tras sucesivas cesiones (Javier Sánchez Ferrero, Germán Pimentel Gamazo y Matías Sanromán Fraile, quienes la anunciaron como "Jarales de Huelmos") llegó finalmente en 1973 a don Juan Luis Fraile Martín y su hermano Nicolás, hasta que éste último formó la de "Valdefresno" (con encaste diferente, Atanasio-Lisardo, que veremos en su momento) y se independizó más tarde, quedando Juan Luis en solitario. Falleció en 1999 (unos días antes de lidiar en la Feria de San Isidro de ese año, por cierto, con un éxito extraordinario) pero, afortunadamente, sus herederos, con su hija doña Carolina Fraile al frente, mantienen hoy todavía el encaste graciliano puro y la antigüedad de Fernando Pérez Tabernero, es decir, 17 de febrero de 1895. El lote de don Casimiro Pérez-Tabernero Nogales, tras el paso por su primo don Alipio Pérez-Tabernero Sánchez, terminó finalmente en manos de la esposa de éste último, doña María Lourdes Martín y al parecer ha desaparecido, aunque no sabemos si completamente. El lote de don Graciliano Pérez-Tabernero Nogales, tras estar unido un tiempo con el de su hermano Fernando, fue enajenado, en 1969, junto con hierro, divisa y antigüedad, al matador de toros Sebastián Palomo "Linares". Éste lidia a su nombre y lo compró en sociedad con sus antiguos apoderados, los hermanos Lozano y parece que todavía mantienen por separado los gracilianos de los otros ejemplares que poseen de encaste Núñez. Finalmente, los lotes de don Fernando y don Guillermo Pérez-Tabernero Nogales se enajenaron sucesivas veces y terminaron desapareciendo en la práctica. El de Guillermo, tras pasar a Bernabé Fernández, que anunció "Martihernando", se rehizo con reses atanasias, pasando luego a la primera esposa del diestro Antonio Ordóñez, doña Carmen González Lucas, hermana del también torero Luis Miguel Dominguín y finalmente a Carmina Ordóñez González, la hija de Antonio y primera esposa del malogrado Francisco Rivera "Paquirri". Finalmente llegó al notario don Nazario Ibáñez, aunque éste fundó el grueso de su ganadería con reses compradas a Manolo González, de origen Núñez. De todas formas, los aficionados podríamos tener alguna sorpresa agradable en el futuro, si es que se siguen manteniendo los gracilianos. Y ya no hablaremos más ahora de este encaste singular, considerado por muchos tratadistas como el más ilustre que ha dado el campo de Salamanca. Para más información consulten, por favor, queridos lectores, el mencionado artículo en un número anterior de esta revista. Las reses de raíz vazqueña, en esta rama que estamos siguiendo aquí, seguro que terminaron desgraciadamente en el matadero de morucheros de Ledesma, tal como dijimos antes.
Pero volvamos a don Alipio Pérez-Tabernero Sanchón, el otro hijo de don Fernando, populares ambos también por sus enormes y espectaculares patillas, como Miura, Esteban Hernández y otros ganaderos de bravo de la época. Había heredado una tercera parte de su padre (pero solo vacas y sementales, no machos con edad para lidiar) y fue el que mantuvo más años la raíz vazqueña y el hierro paterno. En 1912 le compra a su hermano Antonio dos becerros escogidos de lo que éste le había comprado al portugués Luis da Gama, de origen Murube y poco después una punta de eralas. Por tanto, hasta 1914 no pudo lidiar reses a su nombre. En 1918 le compra 70 vacas más a su hermano Antonio, del mismo origen y en 1923 las cruza con sementales, de igual procedencia, eliminando todo lo vazqueño que tenía anteriormente. De esta forma, a partir de entonces, es propietario de una ganadería nueva, en la que lo veragüeño ya había sido eliminado completamente. Y así se estrena en Madrid, el 18 de mayo de 1924, con divisa rosa y caña, con una corrida que resultó muy brava y fue estoqueada por el vizcaíno de Sestao Diego Mazquiarán Torrontegui "Fortuna", el zaragozano de Alhama de Aragón Juan Anlló Orrio "Nacional II" y el sevillano José García Carranza "Algabeño hijo". A pesar de todo, don Alipio no quedó totalmente satisfecho, con el juego de las reses. Por esta razón, durante los tres años siguientes le compra sucesivamente a su hermano Graciliano 124 becerros (entre machos y hembras), de los que este último ya tenía de origen Santa Coloma y Albaserrada (de pura raíz Vistahermosa, como se verá posteriormente, al tratar esta raíz fundacional) y terminó también por eliminar lo anterior procedente de su hermano Antonio. En 1933 su hermano Graciliano le cedió el semental Homero, que era hijo del Mesonero de Santa Coloma, antes mencionado y estuvo padreando hasta su muerte (a los 19 años), dando casi 400 machos, que fueron lidiados como toros de don Alipio. Desde entonces ha sido una ganadería que se ha mantenido pura y sin cruzas hasta nuestros días, a través de sus herederos. A partir de 1971, sería el titular su hijo don Alipio Pérez-Tabernero Sánchez (casado con doña María Lourdes Martín, hija del famoso Juanito Martín, del que hablaremos en su momento), quien llegó a torear con cierto éxito de novillero, al igual que otros miembros de su familia. Y a partir de 1976, le heredaría el hijo del anterior, don Alipio Pérez-Tabernero Martín. Aunque esta ganadería ha sido históricamente excelente, con su puro encaste santacolomeño, al igual que otras de diferentes miembros familiares de los Pérez-Tabernero, al ser todas de raíz Vistahermosa ya las trataremos en su momento. Incluida la de la otra nuera del patriarca don Alipio, es decir doña Pilar Población (casada con don Fernando Pérez-Tabernero Sánchez), quien lidiando inicialmente como "Hoyo de la Gitana", nombre que se ha vuelto a recuperar recientemente, va por otro camino, como se verá. Nada tampoco queda ahora aquí, por tanto, de origen vazqueño.
&8226; Linea Veragua - Vega-Villar - Encinas - Sánchez Cobaleda
En una zona tan ganadera como los campos madrileños de los alrededores de El Escorial aparece, en 1910, un gran aficionado al toro de lidia (según los tratadistas también excéntrico, caprichoso y simpático) que se quiere iniciar como criador de reses bravas. Es don José Vega, quien como se verá, pretende crear un encaste singular y de características propias, que aúne la bravura en todos los tercios de la lidia, como siempre hemos deseado los buenos aficionados y propiciando, además, el éxito de los toreros. En aquellos tiempos las reses del duque de Veragua eran, sin discusión, de las más prestigiosas de cuantas se lidiaban, tanto por su bravura y espectacularidad frente a los montados como por el vistoso y variado pelaje vazqueño, tal y como se ha venido explicando. Así pues, el mismo año que fallece el XIV duque, don José Vega le compra a su heredero, don Cristóbal Colón y Aguilera, que sería el XV duque de Veragua, una punta de 40 vacas. Además adquirió unos machos, elegidos por él mismo, del conde de Santa Coloma (de lo que éste tenía de origen Saltillo). De este cruce nacieron unas reses peculiares y distintas a lo que se podía ver normalmente entonces en los cosos. Eran de aparatosas cornamentas, poca alzada, grandes y voluminosos pechos, carnes apretadas, poco esqueleto, cara agresiva y con unos accidentales que serían típicos a partir de entonces, a saber, calceteros, luceros, caretos, capirotes, coliblancos, bragados, girones y berrendos, tanto en negro como en cárdeno y colorado e incluso ejemplares ensabanados con accidentales de todos estos colores. Además proporcionaron grandes éxitos a los toreros. En esto residió el genio de la cruza del escurialense don José Vega, que hizo historia para la posteridad, aunque no llegase a disfrutar de ello.
Al hilo del fenotipo nuevo que aparece en estas reses, debemos hacer una reflexión. Don José de la Cal y Segura, en sus años mozos novillero de poca fortuna y luego banderillero (anunciándose como Joselito de la Cal) llegó posteriormente a ser uno de los máximos expertos estudiosos y tratadistas de las razas del toro de lidia, adscrito a la Asociación de Ganaderías de Lidia. Fue también recordado profesor de la asignatura sobre los encastes del toro de lidia en la escuela de Tauromaquia de Madrid y bautizó a estos ejemplares como los "patitas blancas", pues esa era la característica fenotípica más común en todos ellos. Y desde entonces, los aficionados, en general, los denominarían los toros de las patas-blancas. A propósito de esta característica morfológica externa, que aparentemente debería pertenecer al fenotipo de este encaste (que será conocido desde entonces como vega-villar), hemos hablado con varios veterinarios y algunos amigos estudiosos del tema y la conclusión es prácticamente unánime entre todos ellos. Este accidental de patas-blancas ha dejado de ser tal y deberá considerarse ya como una característica del genotipo, al haberse transmitido inexorablemente y sin solución de continuidad, en todos y cada uno de los ejemplares durante más de veinte generaciones, desde su aparición. Queridos amigos, esto es algo que nos ha dejado absolutamente sorprendidos y desde aquí os invitamos a que reflexionéis sobre algún otro accidental morfológico del que tengáis conocimiento y podáis iniciar estudios similares. Sobre todo para poder seguir esas cruzas admitidas y en otros casos negadas, especialmente cuando anuncian que se llevan por separado diferentes encastes en algunas piaras de toros de lidia actuales. Y no digo nada ya, si es que algún día se llega a estudiar el ADN de las cabezas, orejas o rabos, que se conservan disecados en diversos museos, de muchas reses históricas de las más variadas ganaderías. ¿Se podrían llegar a conocer ciertos hechos de alquimia ganadera, de hace años, absolutamente sorprendentes?. Quién sabe. Sería el estudio arqueológico del toro de lidia, para descubrir sus orígenes. El trabajo nos parece apasionante.
Pero sigamos el hilo de la historia vazqueña. Don José Vega vendió primero una punta de vacas y un semental a los hermanos Flores, de Albacete, por lo que la ganadería actual de Samuel Flores también tiene raíces veragüeñas, pero no la trataremos aquí en profundidad, sino más adelante, en otra entrega posterior, cuando veamos la raíz Vistahermosa y el encaste Gamero Cívico, que es el que actualmente predomina en los samueles.
Al parecer, fueron razones económicas las que, a los cuatro años de comenzar don José Vega su experimento, le obligaron a vender la totalidad de su ganadería a los hermanos zamoranos don Francisco y don Victorio Villar, quienes mantendrían juntos la vacada desde 1914 hasta 1922. Y éstos últimos fueron los que impusieron unas tientas muy rigurosas, haciendo que la bravura y espectacularidad llegase a conjugarse sabiamente en estos ejemplares. Por esto, desde entonces, se conoce como único el encaste vega-villar, pues los hermanos Villar aumentaron enormemente su prestigio, al desarrollar la cruza inicial ideada por don José Vega.
En 1923, don Victorio Villar vendió su parte de ganadería, junto con el hierro, al salmantino de Ledesma don Jose Encinas y Fernández del Campo, quien enajenó a su vez, en 1932, la mayor parte a don Esteban Hernández, del que ya hablamos cuando tratamos la raíz castellana o morucha, en un número anterior de TERRALIA, quedándose solamente con unas pocas vacas y dos sementales. Los herederos de don José terminaron por traspasar el resto (60 vacas, con añojos, erales y utreros) a doña Caridad Cobaleda, viuda ya de Galache, en 1939, al finalizar la guerra civil española. Además, ésta, un año antes, al fallecer su marido, había heredado, junto con sus hijos Francisco, Eusebia y Salustiano, la vacada que ya antes había formado el patriarca, don José María Galache. Éste se la había comprado años atrás al famoso empresario Eduardo Pagés, quien se había hecho con la propiedad de la que fue la antigua de Félix Urcola y a la que las figuras de entonces rehuían descaradamente y no la querían ver ni en pintura, según decían los cronistas de la época. De esta forma, durante mucho tiempo, en la ganadería de Galache se llevaron las reses de origen urcola y las de vega-villar por separado. No obstante, los aficionados siempre hemos sospechado que más de una cruza, seguro que sí se hizo. Por esta razón, creemos, comenzaron los urcolas de Galache a variar su comportamiento. El importante tratadista y escritor don Joaquín López del Ramo llamó a los galaches la "dulzura encastada". Los aficionados duros los llamábamos "guirlaches", por demasiado dulzones. En fin, es la eterna ley no escrita del toreo. Pero no hablemos más de esto, ya que solo nos interesan aquí los vega-villar de doña Caridad, de origen Encinas. En 1972, el también salmantino don Justo Nieto Jiménez se hizo con esta ganadería, quien la conserva sin cruzas hasta nuestros días en la finca "Zorita de Pelilla", en el término de Ledesma. Finalmente debemos decir aquí que no se debe confundir con la vacada actual de Caridad Cobaleda Galache (hija de doña Eusebia Galache Cobaleda y nieta, por vía materna, de don José María Galache y de doña Caridad Cobaleda), quien la heredó, en 1984, de su madre, con reses de encastes urcola y vega-villar. De todas formas, de la familia Galache, por su importancia, ya hablaremos con más detalle cuando estudiemos otras raíces fundacionales.
Por otro lado, don Francisco Villar estuvo lidiando en solitario y tomó antigüedad el día 5 de julio de 1924, en la corrida de la Asociación de la Prensa de Madrid, presentándose con cuatro toros, junto a otros cuatro de Vicente Martínez, de Colmenar. Los espadas fueron Manuel García "Maera" (que ganó la oreja de oro por plebiscito popular), Marcial Lalanda, Nicanor Villalta y "El Algabeño".
En 1928, el salmantino don Arturo Sánchez Cobaleda le compra su parte a don Francisco Villar, manteniendo la ganadería en un altísimo nivel hasta su fallecimiento, en 1942. Luego, durante un cierto tiempo, estuvieron los herederos lidiando juntos, pero en 1950 se realizan cinco lotes idénticos y se divide la ganadería entre sus hijos: Manuel, Ignacio, Jesús, Pilar y María.
El mayor, don Manuel Sánchez Cobaleda se quedó con el hierro y la divisa y estuvo lidiando a su nombre hasta su muerte, en 1985. Desde entonces, sus herederos lidiaron como "Sánchez-Cobaleda", con reses del encaste original.
El segundo hijo, don Ignacio Sánchez Cobaleda heredó otro lote y a su muerte, en 1956, sus herederos lidiaron como "Barcialejo". En 1963 pasa a ser el propietario don José Luis Cobaleda González, que lidia con nuevo hierro y a nombre de "Castillejo". En 1979 cambia la propiedad a los hermanos Tabernero Hernández, de Topas, a los que luego volveremos, cambiando el hierro y anunciando "Los Majadales". Tras un paso por la familia Usera, finalmente se lidia hoy como "Campo Amor", pero sus propietarios eliminaron los vega-villar y rehicieron la ganadería con reses adquiridas a los herederos de Carlos Núñez, aumentando luego con más reses de "Peñajara", procedentes de Baltasar Ibán y trasladando todo a Castilblanco de los Arroyos, en Sevilla. Al parecer, mantienen las dos líneas por separado, pero nada de lo anterior.
Otro hijo de don Arturo, don Jesús Sánchez Cobaleda, anunció a nombre de la finca "Barcial", en San Pedro de Rozados (Salamanca). En 1960 falleció don Jesús, pasando la vacada a sus herederos y actualmente el propietario es don Arturo Cobaleda González, con el mismo encaste original. En 1996 compró la mitad de esta ganadería Victorino Martín, quien la anuncia "Monteviejo", nombre de la finca sita en Moraleja (Cáceres).
El lote de doña Pilar Sánchez Cobaleda lidió inicialmente como "Salamanca" y a su muerte los actuales propietarios, doña Pilar Majeroni Sánchez-Cobaleda y don José Manuel Sánchez García-Torres, cambiaron el nombre, pasando a ser "Castillejo de Huebra". Como en 1987 eliminaron los patas-blancas, al comprar la ganadería de El Madrigal, de encaste Urquijo-Murube, lo único que se mantiene hoy es el hierro, divisa (verde y roja) y antigüedad de doña Pilar, en fincas de Salamanca y Cáceres.
El último lote de don Arturo fue el de doña María Sánchez Cobaleda, quien lidió, a partir de 1951, como "Terrubias", nombre de la finca en San Pedro de Rozados. A su fallecimiento se hicieron con la ganadería los mismos mencionados antes (Pilar Majeroni Sánchez-Cobaleda y José Manuel Sánchez García-Torres), quienes en 1986 eliminaron lo anterior y compraron vacas y sementales a los señores Martínez Elizondo (Choperas), que en aquellos momentos tenían reses de Santa Coloma y de José Bueno. Este último es el encaste actual de esta ganadería, mantenida también en fincas de Salamanca y Cáceres. No hay en ella nada ya de los Vega-Villar procedentes de don Arturo.
Como resumen, decir que las ganaderías derivadas de los lotes mencionados ostentaban inicialmente la antigüedad de don Francisco Villar, es decir el 5 de julio de 1924 (así aparecían en El Cossío), aunque posteriormente ha sido corregida al 6 de julio del mismo año en las de "Barcial" y "Castillejo de Huebra". Sobre esto hay cierta confusión en las fechas. Incluso Cossío habla de un 11 de julio de 1924, cuando escribe la biografía del diestro "Maera". Sin embargo, según la UCTL, la fecha de antigüedad de "Terrubias" y "Sánchez-Cobaleda" es de 8 de junio de 1924. Decimos esto por si alguien quiere investigarlo más profundamente.
Otra ganadería salmantina entroncada aquí, al tener su origen en reses adquiridas a Encinas, es la actual de Hijos de don Alicio Tabernero de Paz. En 1931, don José Encinas vende parte de su ganadería a don Juan Cobaleda, manteniéndola éste por separado del resto de las reses que ya tenía, heredadas de su padre don Bernabé. Tras un paso por don Vicente Charro Murga llega, finalmente, en 1947 al salmantino don Alicio Tabernero de Paz, que a su vez la aumenta con más vacas del mismo origen, como ya hemos visto, adquiridas a don Arturo Sánchez Cobaleda. Y anunció la piara como Alicio Tabernero de Villanueva de Cañedo, para evitar equívocos. Cuando falleció don Alicio, en 1958, se anunció a nombre de su viuda y desde 1991 a nombre de los hijos, como hemos dicho anteriormente. En 1993 aparece un nuevo hierro, el de don Jesús Tabernero Hernández, formado al amparo del artículo 6 bis de los Estatutos sociales de la UCTL. Ambas ganaderías residen en la finca salmantina "Los Majadales de Villanueva de Cañedo", en el término municipal de Topas y su encaste es el mismo, es decir Vega-Villar.
&Las últimas ramas de Veragua-Domecq-Calderón-Prieto de la Cal-Osborne
Al fallecer, en 1937, don Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, la parte vazqueña-veragüeña que todavía tenía (puesto que años antes, como ya se dijo en un número anterior de TERRALIA la había comenzado a cruzar con las reses del Conde de la Corte y de Mora Figueroa) se dividió entre sus hijos. En 1938, el lote de don Salvador Domecq y Díez lo adquirió don José Enrique Calderón, conservándolo hasta 1946, en que se lidió a nombre de sus herederos, inicialmente, hasta 1949, en que se dividió entre éstos.
El lote del mayor, don Manuel Alfonso Calderón Alcalde, comprendía hierro y divisa. Tras muchos y breves pasos por diferentes propietarios (Raimunda Moreno de Guerra, José Flores González que lidió como "Monte de San Miguel", Flores Cubero Hermanos, María Coronel y Marcos Núñez, los portugueses Manoel y Carlos Veiga y los señores Núñez Moreno de Guerra) es adquirida finalmente, en 1987, por el famoso torero Francisco Ojeda González. Éste elimina lo anterior y forma su nueva piara con vacas y sementales de su apoderado (más tarde suegro) don José Luis Marca Rodrigo, de procedencia Juan Pedro Domecq.
El lote correspondiente a doña Carmen Calderón Alcalde es enajenado, en 1949, al onubense de Trigueros don Gerardo Ortega Sánchez, aumentándolo con vacas y un semental de Isaías y Tulio Vázquez. Posteriormente se aumentó con vacas y sementales del marqués de Domecq y de Juan Pedro y tras cederla a sus hijos Francisco y José, se lidia actualmente como "Toros de Gerardo Ortega", pastando en diversas fincas de Santa Olalla (Huelva).
El lote de don Ricardo Calderón Alcalde fue vendido a don Salvador Algarra del Castillo, en 1949, quien aumentó con vacas de Albaserrada y Tassara y un semental del conde de la Corte. En 1956, don Salvador Domecq y Díez recupera esta parte de su ganadería inicial, eliminando las reses de Algarra y sustituyéndolas por otras de su hermano Juan Pedro, que le correspondieron por herencia, variando el hierro dos veces y lidiando desde entonces como "Toros de El Torero", tal como ya se explicó antes.
Un año antes de la muerte de don José Enrique Calderón, en 1945, le vendió una parte de su ganadería a don Tomás Prieto de la Cal y Dibildos. Éste ya tenía reses bravas, de la ganadería fundada por don Florentino Sotomayor, de procedencia Miura, Parladé, Tamarón y Albaserrada, adquiridas a doña Emilia Mejía García, esposa de Marcial Lalanda, vacada en la que éste último había estado ensayando diversas cruzas. Pero don Tomás eliminó lo anterior, quedándose solo con lo de raíz vazqueña pura (línea Veragua), comprado a Calderón. Desde 1975, por fallecimiento del padre, la piara pasa a ser propiedad de su hijo don Tomás Prieto de la Cal Picón. Las reses pastan en la finca "La Ruiza", en el término onubense de San Juan del Puerto y son de las pocas que en la actualidad quedan veragüeñas, abundando en ellas los siempre espectaculares pelajes jaboneros.
Otra ganadería, de raíces vazqueñas, entroncada aquí es la de don Julio de la Puerta y Castro, de la que ya hablamos en un número anterior de TERRALIA, cuando tratamos la raíz castellana de El Raso de Portillo. La mayoría de las reses actuales son juanpedros, al haber sustituído las que tenía de origen Conde de la Corte. Pero, además, mantiene por separado una pequeña punta de vacas y el semental Dictador, de