En el capítulo anterior de nuestro relato en TERRALIA decíamos que el cacereño de Trujillo don Juan Manuel Fernández se fue deshaciendo paulatinamente, a finales del siglo XIX, de sus reses jijonas, adquiridas anteriormente al marqués de la Conquista. El último y mayor lote fué enajenado finalmente, en 1875, al rico hacendado portugués don José Luis Feliciano de Fragoso y Mira, quien se lo llevó a sus vastos latifundios del país vecino, cerca de la villa de Alcaçovas (Alto Alentejo), donde ya disponía de otras muchas reses de todo tipo. Cinco años después le vende la mayoría de estas reses jijonas al vecino de Olivenza (Badajoz), don Filiberto Mira Pereira, que comienza así su andadura ganadera con toros de lidia. Tras unos primeros años de duro trabajo, la ganadería se irá consolidando, en base a ampliaciones siempre con reses del mismo origen jijón, comenzando a lidiar con variados resultados en los pueblos de la zona, luciendo un hierro en forma de corazón y divisa azul, blanca y amarilla. Las labores pecuarias eran dirigidas por don Filiberto Mira Andrade, hijo del anterior y la vacada pastaba principalmente en las fincas "El Romal" y "Monteoitero", en el mismo término de Olivenza y muy cercanas, por consiguiente, a la frontera con Portugal. Poco a poco fueron lidiando en otros lugares e incluso en el país vecino o en el sur de Francia. Desgraciadamente, el único novillo que se hizo tristemente famoso de esta ganadería se llamaba Ligero y lo fue por haber propinado una mortal cornada en la plaza de Alburquerque (Badajoz) al modesto banderillero pacense de Zafra, pero afincado en Sevilla, Eloy Moreno Fernández, el día 9 de septiembre de 1886.
El estreno de la ganadería de los Mira, en el antiguo coso de la carretera de Aragón de Madrid, se hizo esperar, ya que no tomó antigüedad hasta el 12 de mayo de 1898, aprovechando la posibilidad de regalar ese día un toro, al igual que otros ganaderos, para la que se denominó la "corrida patriótica". Ésta fue organizada por la Diputación provincial, días después de conocerse en España el desastre de la Armada española ante la estadounidense frente a la bahía de Cavite, lo que daría lugar al final de la guerra de Filipinas y la pérdida de dicha colonia española de forma definitiva. Sería uno más de los muchos actos celebrados para recaudar fondos para las miserias de las guerras coloniales. Los dos primeros toros fueron rejoneados por los caballeros Heredia y Rodil y estoqueados luego por Leandro Sánchez de León "Cacheta" y José Rodríguez "Pepete". Los diez toros restantes fueron lidiados y estoqueados sucesivamente por Luis Mazzantini, Valentín Martín, "Guerrita", "Torerito", "Lagartijillo", "Minuto", Reverte, Fuentes, "Bombita" y "Villita", quienes actuaron de forma desinteresada. La presidió el alcalde de Madrid, en aquellas fechas el conde de Romanones y Rafael Molina "Lagartijo", ya retirado, vino expresamente de Córdoba para actuar de asesor en el palco. La plaza se llenó a rebosar, se pagaron cantidades astronómicas por las entradas y los espectadores asistieron portando lazos con los colores nacionales, se tocaron himnos patrióticos y los brindis de los toreros encendieron los ánimos. Hasta tal punto llegó el fervor que tras una faena de tres muletazos y recetar "Cacheta" más de media estocada en lo alto al primer toro, tras ser ayudado en la lidia por "Guerrita", el conde de Romanones le concedió la oreja, la segunda que se cortaba en esta plaza. Oreja que luego arrojaría a los espectadores del tendido 10, donde se recibió con gran regocijo. Eran tiempos difíciles de la historia de España y se reflejaban en las corridas de toros principalmente, al ser el único y gran acontecimiento popular en nuestro país en aquella época.
El aficionado y gran escritor taurino Filiberto Mira, biznieto del fundador de esta ganadería, describe humildemente, con su especial gracejo, en su magnífico libro "Hierros y encastes del toro de lidia" que la vacada familiar no llegó nunca a consolidarse, alternando éxitos con sonoros fracasos. Añade luego que uno de los mayores de éstos fue una corrida que lidió en Bayona, donde condenaron a cinco de los toros de Mira a banderillas de fuego, debido a la mansedumbre de los astados y ante la imposibilidad de ser picados adecuadamente. Al parecer, los cronistas equivocaron el nombre y escribieron que la corrida había sido de Miura. Existía una gran amistad entre ambas familias y pidieron a los de "El Romal" que corrigiesen oficialmente el error ante la prensa. Pero los Mira alegaron que un fracaso tal a ellos les podía suponer casi su desaparición mientras que a los de "Zahariche" no les afectaría para nada. Para compensar por este incidente a los sucesores del sombrerero, Filiberto Mira les regaló una pequeña potrilla para el pequeño Pepito Miura. Como podéis ver, queridos lectores, eran los últimos tiempos de los ganaderos románticos de finales del siglo XIX.
En 1902 fallecen los dos Filibertos, padre e hijo, quedando la viuda de este último, doña Mariana Fernández Díaz de Carvallo, con varios niños pequeños, por lo que ese mismo año se enajena la ganadería a don Antonio Soler, de Villanueva del Fresno (Badajoz), quien lo primero que hace es comprar dos sementales a Ibarra. Tras el temprano fallecimiento de don Antonio, su viuda, doña Casimira Fernández, se hará cargo de la vacada y es la que le dará fama, lidiando desde entonces a nombre de la Viuda de Soler, cambiando el hierro y dejándolo en forma de S dentro de un círculo.
Doña Casimira aumentó la ganadería, en la que seguían predominando las reses jijonas, adquiriendo más hembras de Campos Varela y de Lizaso, estrenándose en Madrid el 6 de noviembre de 1910 con la penúltima novillada de la temporada, que resultó mansa, en líneas generales. Los jóvenes espadas fueron Apolonio Villa "Hablapoco" (a quien un revistero le puso el remoquete de "Mata menos"), el sevillano Luis Guzmán "Zapaterito" y el modesto y fugaz Fabián Cazorla "Machaquito de Madrid", de Seseña (Toledo), que hacía su debut en la capital. A partir de este momento, los toros y novillos pacenses de la viuda de Soler fueron poco a poco lidiándose en diferentes plazas, comenzando sus reses a adquirir un cierto nombre. En 1928 adquirió un semental del conde de la Corte y siguió aumentando el número de reses. Cuando en 1937, en plena guerra civil española, es vendida la vacada al ganadero portugués Claudio Moura, constaba ya de 820 cabezas.
Don Claudio ya tenía antes reses procedentes de Pinto Barreiros y a las que adquirió a la viuda de Soler les añadió cuatro sementales del conde de la Corte. Esta ganadería la inscribió en la Asociación Portuguesa de Criadores de Toros de Lidia con el nombre de la finca donde pastaban, es decir, "Torre D'Onofre". Como toros a nombre de Claudio Moura tomaron antigüedad en la plaza de Las Ventas de Madrid el 1 de octubre de 1944, lidiando sólo los cuatro primeros ejemplares, siendo los dos últimos de Pinto Barreiros. Actuaron como matadores el mejicano Carlos Vera "Cañitas", Domingo González "Dominguín" y Angel Luis Mejías "Bienvenida", que había tomado con fuerza la alternativa ese mismo año, aunque fue perdiendo luego cartel rápidamente, sobre todo debido a la dura competencia de aquellos tiempos. Los toros de Moura no dieron mal juego pero sólo "Dominguín" dio una vuelta en el segundo de la tarde. En febrero de 1956 fallece don Claudio y sus herederos se hacen cargo de la vacada, siendo enajenada dos meses más tarde a don Diego Francisco d'Affonseca y Passanha, pastando desde entonces las reses en la "Heredade Franco", en el término de Monforte (Alentejo). A éste le heredó, en 1972, su hija María Passanha y Braamcamp Sobral, condesa de Sobral, quien le añadió reses de Urquijo de Federico, de encaste murubeño y mantuvo el hierro de la viuda de Soler y la divisa amarilla, azul y blanca y la antigüedad de Claudio Moura. Actualmente lidia como "Herederos de don Diego Passanha" y - aunque son familia y vecinos de Ferreira do Alentejo - no tiene nada que ver con otra ganaderia que lidia a nombre de Luis Passanha. Posiblemente, en estas vacadas del país lusitano sí que queden algunos vestigios de raíz jijona, aunque no podemos decir con qué grado de pureza, por lo que animamos desde aquí a los lectores interesados a investigar este hecho.
Las subramas de la Viuda de Soler: Moura, Branco Nuncio, Oliveiras Irmaos
Al estar las fincas pecuarias extremeñas de doña Casimira Fernández, viuda de Soler, tan próximas a la frontera con Portugal, había una gran posibilidad de que los numerosos ganaderos del país vecino se fijaran en ellas y tratasen de utilizarlas para iniciarse en la crianza de reses de lidia o para cruzas y mejoras de las propias. Varios casos de estos trataremos a continuación.
En primer lugar, tenemos el caso de la ganadería de Andrade de Irmao. Se formó en el término de Almeirín (Portugal) con hembras de la viuda de Soler, añadiendo posteriormente reses de Claudio Moura, del mismo origen y más vacas y sementales de José Martinho Alves do Rio, procedentes de la viuda de Tamarón. A propósito y al hilo del relato, esta última ganadería es la causante de que en muchas otras portuguesas existan vestigios genéticos de este singular encaste tamarón con cierta pureza, más incluso que en nuestro país. Más tarde la vacada de Andrade fue cruzada con sementales de Pinto Barreiros y en 1944 con otro de Domingo Ortega y aumentada en 1953 con más vacas y un semental de don Antonio Urquijo, de origen Murube, pero llevando por separado ambas ramas. El hierro consistía en las letras A I dentro de un hexágono y la divisa verde y blanca. Hoy día, los propietarios actuales de la vacada son los señores don Francisco y don José Lima Monteiro Andrade, que lidian a nombre de Andrade Irmaos y mantienen el mismo hierro pero con nueva divisa verde, amarilla y negra. A partir de 1964 la ganadería cambió el nombre al de la hija del fundador, doña María Manuela Andrade Salgueiro, vecina de Coruche, variando el hierro y manteniendo la divisa.
En 1980, el gran caballero rejoneador portugués, todavía en activo, Joao Antonio Romao de Moura (descendiente de la misma familia de don Claudio Moura, antes mencionado) había comprado a José Luis Martín Berrocal 40 vacas y los sementales Ibérico y Salcillero, que éste a su vez había comprado marcados con el hierro de Manuela Ibarra, procedencia Marqués de Domecq. Se llevó las 42 reses manuelaibarreñas a la dehesa "Doña Ana" en el Alentejo, junto a su ciudad natal Monforte, cerca de Elvas y Portalegre, llevando separadamente esta reata. En 1984 adquirió además los derechos del hierro de María Manuela Andrade, modificándolo después por una J y una M enlazadas, enmarcadas por una herradura y con divisa verde. Los primeros productos fueron probados por el propio Moura y uno de ellos, de nombre Naranjito, castaño, chorreao y ojo de perdiz, rejoneado en la plaza de Lisboa por él mismo, fue devuelto a la finca para padrear. Como bien se sabe, hasta ahora no se daba muerte a los toros en el país vecino, aunque al parecer esto está cambiando últimamente. El 10 de agosto de 1986 se presentó como ganadero en Francia, en la feria de Collioure, con una excelente novillada estoqueada por Juan Cuéllar, Juan Carlos Collado "Niño de la Taurina" y Manuel Rodríguez "Palitos". Un año después se estrenó en España, en la Plaza de Palma de Mallorca, con otra magnífica novillada, para los jóvenes Antonio Ruiz "Soro II", Manolo Campuzano y "El Peregrino". Tras sucesivos pasos por distintas plazas importantes, como Sevilla y Valencia, por fin, el 30 de mayo de 1992 se presentó en Madrid, tomando antigüedad. Y detenemos aquí nuestro relato, pues aunque, actualmente, con más de un centenar de vacas de vientre, espera buenos resultados de sus reses de procedencia Marqués de Domecq, nada, creemos, que quede ahí de Jijón, objeto de nuestro relato.
De los hermanos Moura deriva la ganadería portuguesa de Antonio Benito Romao de Moura. De la antes mencionada de Andrade de Irmao deriva también la ganadería actual de José Manuel Martins Andrade, que lidia a nombre de José Manuel Andrade. Aquí puede quedar también algo de raíz jijona.
Otra ganadería portuguesa que se formó en 1930 con reses de la viuda de Soler y sementales de Juan Belmonte es la de Branco Nuncio. Su propietario, posiblemente el más grande rejoneador portugués, fue don Joao Alves Branco Nuncio. Fue aumentada luego con más reses procedentes de Andrade de Irmao. Comenzó a lidiar en 1966, en régimen de prueba (novilladas en Valencia y Madrid y luego una corrida de toros en la capital del Turia) hasta ingresar, en 1969, en la Unión de Criadores de Toros de Lidia española. En 1970 amplió con una compra de vacas y el semental Trompeta, a Carlos Urquijo, de procedencia Murube. Su divisa es blanca y negra y el hierro BN, enmarcado en un octógono. Desde 1976, por fallecimiento de don Joao, el propietario es su hijo don José Nuncio. Los machos pastan en la dehesa "Cortes pequenas", mientras que las hembras, junto a los caballos y yeguas, en "Vale de Lobos", ambas en el término de Alcacer do Sal, cerca de Évora, la capital del Alentejo.
Por último mencionaremos a la ganadería de Oliveiras Irmaos, fundada en 1896 por don Joao Pedro Oliveira con reses de varias procedencias portuguesas. En 1920, la ganadería pasa a la señora viuda de Oliveiras e Hijos, adquiriendo reses de doña Casimira Fernández, viuda de Soler. En 1935 adquieren más hembras y sementales de origen Pinto Barreiros. La ganadería fue después dirigida por los hermanos Joao Pedro y Eduardo Oliveiras, quienes en 1963 compran el hierro de Antonio D'Oliveira Durao, con lo que a partir de entonces ya pudieron lidiar en España, con un hierro nuevo con las letras O e I entrelazadas y divisa verde y blanca. Las reses pastan en la "Heredade Baracha" y en "Mijadoiro", en la marisma de Vilafranca de Xira, en el término de Samora Correira (Ribatejo). Su estreno en Madrid, con una novillada, data del 25 de septiembre de 1988. El que abrió plaza, de nombre Canteleiro, fue excelente y Juan Cuéllar le cortó una oreja. Los otros dos novilleros Eduardo Oliveiras y Antonio Manuel Punta se presentaban en Madrid. Aunque se anuncia oficialmente como de encaste Pinto-Barreiros, aquí actualmente podría quedar algo de raíz jijona.
Como final y resumen de este capítulo debemos decir que, en este seguimiento hecho hasta aquí de las ganaderías españolas, dudamos que existan vestigios de la raíz jijona, debido a las múltiples cruzas y eliminaciones efectuadas. Sin embargo, en casi todas las ganaderías portuguesas, que hemos repasado aquí últimamente, estamos convencidos que pueden quedar restos genéticos con cierta pureza de dicha raíz. Sirva esto como aliento a los estudiosos que quieran profundizar más en este asunto, lo que nos colmaría de felicidad. ¡Ah! Y si encuentran algo interesante y nos lo hacen saber, la felicidad ya sería total y nuestro agradecimiento eterno. Y aquí lo dejamos. Hasta la próxima, amigos.